Isla de Creta
Grecia, 1966
La historia de la
civilización griega comenzó en las llanuras y las costas de Argos y en la isla
de Creta. Aquellos primitivos griegos que llegaron desde el norte alrededor del
1.800 a. C. se llamaban a sí mismos aqueos y nombraban a su patria Acaya. Los
aqueos eran un pueblo indoeuropeo procedente de las mesetas del Asia Central,
que en el 1.900 a. C. ya estaban en Tesalia y luego cruzan el Egeo y se
extienden por el Peloponeso. Sitúan en Micenas su capital, y en torno al 1.400
a. C. pasan a la isla de Creta, donde terminan con la rica civilización
cretense, que se venía desarrollando desde el 3.000 a. C.
Palacio del reu Minos, Creta.
Gracia, 1961
Werner Jaeger, en su obra de 1.933
“Paideia”, establece en el concepto “areté” (de cuyo plural deriva
“aristocracia”) el íntimo ideal de los aqueos, que terminará convirtiéndose en
el ideal de la cultura clásica. La “Areté” sería una virtud laica que incluía
el heroísmo en el combate y una conducta cortesana. El ideal caballeresco de
los aqueos era patrimonio de los nobles guerreros, pero tras la invasión doria,
el pueblo lo hizo suyo y siguió transmitiéndolo a las siguientes generaciones
de griegos. La “areté” significaba fuerza y vigor físicos, modos de
comportamiento, educación en los mitos de la Antigüedad y retórica. El noble
debía conocer la historia de los héroes antiguos para poder emularlos, y
emplear una bella retórica con la que cantar sus propias gestas y hacer oír sus
criterios en las asambleas de notables.
¿Acaso no sería esto el inicio
de la historia, de la literatura, de la política?
Alrededor del 1.200 a. C. los
dorios arrasaron la civilización aquea y su cultura. Pero no traían una cultura
de sustitución, y la civilización caballeresca y aristocrática de los aqueos
vencidos sobrevivió en las leyendas del pueblo, se hizo voz en la poesía oral y
letra en los poemas de Homero y Hesíodo. Hacia el siglo VIII a. C. la cultura
aquea resucitaba en grandes poemas escritos que se recitaban en fiestas
populares y en celebraciones solemnes.
Homero
Grecia, 1998
Los griegos que huyeron de la
invasión se llevaron sus héroes, sus poemas, sus dioses por la cuenca del
Mediterráneo. En sus viajes, perfeccionaron las técnicas de navegación,
aprendieron la cultura de otros pueblos, levantaron ciudades, impulsaron el
comercio, las artes y la ciencia, reinventaron el alfabeto, acuñaron monedas...
y todo eso en lo que se conoce como “edad oscura”.
Es ahora cuando comienza a
desarrollarse la “polis”. Es la paradoja: frente a la “koiné” (comunidad)
cultural, lingüística y religiosa, no existe una unidad política hasta el
Imperio de Alejandro Magno. La “koiné” se halla dividida en ciudades estados
independientes, que abarcan un centro urbanizado y las aldeas y caseríos de
alrededor. Desde el punto de vista urbanístico se distinguen dos partes
fundamentales: la acrópolis, que en la cima de la colina conformaba el espacio
religioso donde se concentraban los templos y donde se refugiaba la población
en caso de peligro; y el ágora, la plaza pública donde se desarrollaba la vida
política y económica de la polis.
Acrópolis de Atenas.
Grecia, 1961 y 1972
A pesar de que estos pequeños
estados mantenían su autonomía, seguían un desarrollo similar en su evolución
política. Si en un primer periodo los jefes de las tribus se proclamaron
monarcas de los territorios, entre los años 800 y 650 a. C. se desarrollan las
oligarquías aristocráticas, ya que las familias nobles compraban las tierras y
éstas eran la base de todo su poder y riqueza.
En torno al 650 a. C. muchas de
estas oligarquías fueron sustituidas por plebeyos enriquecidos o aristócratas
desafectos, denominados tiranos. El surgimiento de las tiranías, que se
desarrollan entre el 650 y el 500 a. C., se debe sobre todo a un factor
económico. El descontento popular frente a los aristócratas se había convertido
en un importante factor político a causa del aumento de la esclavitud de los
campesinos sin tierras; la colonización y el comercio aceleraron el desarrollo
de una próspera clase de comerciantes que supieron aprovecharse del gran
descontento paras reclamar el reparto del poder.
Dos ciudades se van a destacar
por encima de las demás: Esparta y Atenas. Será en esta última donde se darán
los pasos para el nacimiento de la democracia:
- El año 683 aparece el
arcontado: los arcontes eran magistrados elegidos por periodos anuales
- Dracón, en el 621 a. C.,
redactó el primer código, limitando el poder judicial de los nobles. Fue una
especie de constitución que contemplaba castigos muy severos, pero al fin y al
cabo era un marco legal, algo de lo que carecían otras ciudades griegas.
- Solón, en el 594 a. C.,
liberó de la esclavitud a los deudores, formó nuevos tribunales, estableció el
derecho al recurso de los condenados por el Areópago (controlado por las
familias nobles), y creó la Asamblea Popular. Dividió a los atenienses en
cuatro clases en función de su poder económico, pudiendo acceder al cargo de
arconte (gobernante supremo) los que pertenecían a las dos primeras clases.
- Clístenes, nombrado arconte
en el 507 a. C., amplió con nuevas leyes el marco de la democracia. Los demos
(un pueblo o barrio de una ciudad) ocuparon más amplias parcelas de poder, y
sus cargos representativos y administrativos eran escogidos en elección
directa. La Asamblea Popular pasó a contar con 500 miembros. También estableció
el ostracismo.
- Pericles, que gobernó la
ciudad durante tres décadas, se apoyó en el primer sistema democrático de la
historia y convirtió Atenas en un imperio marítimo.
Pericles.
Grecia, 1954; Francia, 2007
Sin
embargo, en la democracia ateniense había una amplia capa de esclavos que
carecían de todos los derechos. No entraba en la mentalidad de la época
considerar que todos los hombres podían ser iguales. De todas maneras, la
democracia griega, desde Dracón a Pericles, alumbró una idea esencial: que
nadie está por encima de la ley. Además, supuso la derrota de los viejos
ideales aristocráticos, donde los nobles héroes y guerreros eran los únicos
capacitados para hablar en el Consejo.
El
periodo hegemónico ateniense se corresponde con el siglo V a. C., tras las batallas
de Maratón (490) y Salamina (480). El final de la Guerra del Peloponeso (404)
supondría la hegemonía espartana sobre Grecia.
Batalla de Salamina.
Grecia, 1937
En el
siglo IV a. C., en las luchas por la hegemonía sobre Grecia, Macedonia, con el
rey Filipo II, se impuso. Su hijo Alejandro Magno con sus conquistas llevará la
influencia de la cultura y la lengua griega por un imperio que se extendía
hasta el norte de la India y hasta Egipto. Cuando murió el año 323 a. C., los
generales macedonios iniciaron entre ellos el reparto de su vasto imperio.
Alejandro Magno.
Grecia, 1955
Cada
rincón del mundo griego se dedicó al cultivo de las artes y de las actividades
intelectuales: matemáticos como Euclides y Arquímedes, filósofos como Epicuro y
Zenon de Citia, poetas como Apolonio de Rodas y Teócrito, llenan de esplendor
este periodo final, conocido como helenismo, que enlazaría con el mundo romano
cuando fue sometido por éste en el 146 a. C.
Enhorabuena, un artículo muy interesante.
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