Nicolás II, 1915
CARTA DE TOLSTOI AL ZAR NICOLÁS II, 16 DE ENERO DE 1902
"Querido hermano:
Este calificativo me parece el más conveniente porque, en
esta carta, me dirijo menos al emperador y al hombre, que al hermano. Y,
además, os escribo casi desde el otro mundo, encontrándome en espera de una
muerte muy próxima. (...)
Una tercera parte de Rusia está sometida a una continua
vigilancia policíaca (...); las prisiones, los lugares de deportación y los calabozos están
repletos; aparte de doscientos mil criminales de derecho común, hay un número
considerable de condenados políticos entre los cuales existen ahora multitud de
obreros. La censura con sus medidas represivas ha llegado hasta un grado tal
que no alcanzó en los peores momentos de los años que siguieron al de 1840. Las
persecuciones religiosas no fueron nunca tan frecuentes ni tan crueles como lo
son ahora (...)
En las ciudades y en los centros industriales se han
concentrado las tropas, que armadas de fusiles se han enviado contra el pueblo (...).
El resultado de toda esta actividad cruel del gobierno, es
que el pueblo agricultor, los cien millones de hombres sobre los cuales está
fundada la potencia de Rusia, (...) se
empobrecen de año en año, de manera que el hambre ha llegado a ser el estado
normal, como igualmente el descontento de todas las clases y su hostilidad para
el gobierno.
La autocracia es una forma de gobierno que ha muerto. (...) No responde a las necesidades del pueblo ruso cada
día más culto, gracias a la instrucción que va siendo cada vez más general. Así
es que para sostener esta forma de gobierno y la ortodoxia ligada a él, es
preciso, como ahora se hace, emplear todos los medios de violencia, la
vigilancia policíaca más activa y severa que antes, los suplicios, las
persecuciones religiosas, la prohibición de libros y de periódicos, la
deformación de la educación, y en general de toda clase de actos de perversión
y crueldad. Tales han sido hasta aquí los actos de vuestro reinado (...)"
Palacio de Invierno, 1913
PETICIONES DE LOS OBREROS AL ZAR EL 5 DE ENERO DE 1905, DOMINGO SANGRIENTO
"¡Señor!
Nosotros, trabajadores de San Petersburgo, nuestras mujeres, nuestros hijos y
nuestros padres, viejos sin recursos, venimos, ¡oh Zar!, para solicitarte
justicia y protección. Reducidos a la mendicidad, oprimidos, aplastados bajo el
peso de un trabajo extenuado, abrumados de ultrajes, no somos considerados
como seres humanos, sino tratados como esclavos que deben sufrir en silencio su
triste condición, que pacientemente hemos soportado. He aquí que ahora se nos
precipita al abismo de la arbitrariedad y la ignorancia. Se nos asfixia bajo el
peso del despotismo y de un tratamiento contrario a toda ley humana.
Nuestras fuerzas se agotan, ¡oh, Zar! Vale más la muerte que la
prolongación de nuestros intolerables sufrimientos. Por eso hemos abandonado el
trabajo y no lo reanudaremos hasta que no se hayan aceptado nuestras justas
demandas, que se reducen a bien poco, pero que, sin ello, nuestra vi da no es
sino un infierno de eterna tortura.
En nuestro primer requerimiento solicitábamos a nuestros patronos
que tuvieran a bien interiorizarse de nuestras necesidades. ¡Y lo han
rechazado! Hasta el derecho de discutirlas nos ha sido negado, so pretexto de
que la ley no nos lo reconoce.
La demanda de ocho horas de jornada también fue tachada de ilegal,
así como la fijación de salarios de común acuerdo; (...)
Todas estas reivindicaciones han sido rechazadas por ilegales. El
solo hecho de haberlas formulado ha sido interpretado como un crimen. El deseo
de mejorar nuestra situación es considerado por nuestros patronos como una
insolencia.
¡Oh, Emperador! Somos más de 300.000 seres humanos, pero sólo lo
somos en apariencia, puesto que en realidad no tenemos ningún derecho humano.
Nos está vedado hablar, pensar, reunirnos para discutir nuestras necesidades y
tomar medidas para mejorar nuestra situación. Cualquiera de nosotros que se
manifieste en favor de la clase obrera puede ser enviado a la prisión o al
exilio. Tener buenos sentimientos es considerado un crimen, lo mismo que
fraternizar con un desgraciado, un abandonado, un caído. (...)
Tú has sido enviado para conducir al pueblo a la felicidad. Pero
la tranquilidad nos es arrancada por Tus funcionarios, que no nos reservan más
que dolor y humillación.
Examina con atención y sin cólera nuestras demandas, formuladas no
para el mal sino para el bien, nuestro bien, Señor, y para el Tuyo. (...)
Rusia es muy vasta y sus necesidades demasiado múltiples para que
pueda ser dirigida por un gobierno compuesto únicamente de burócratas. Es
absolutamente necesario que el pueblo participe en él, pues sólo él conoce sus
necesidades. No le rehúses el socorro a Tu pueblo. Concede sin demora a los
representantes de todas las clases del país la orden de reunirse en Asamblea.
Que los capitalistas y los obreros estén representados. Que los funcionarios,
los clérigos, los médicos y los profesores elijan también sus delegados. Que
todos sean libres de elegir a quienes les plazca. Permite para ello que se
proceda a la elección de una Asamblea Constituyente bajo el régimen del
sufragio universal. (...)"
Castillo de los Romanov, 1913
MANIFIESTO DE OCTUBRE DE 1905 DEL ZAR NICOLÁS II
“La agitación, en las capitales y en numerosas regiones de
nuestro Imperio, llenan nuestro corazón de una gran pesada pena. El bienestar
del soberano ruso es inseparable del bienestar de sus pueblos, y el dolor de
éstos es su dolor. El gran voto del juramento imperial Nos ordena esforzarnos
con toda la potencia de Nuestra razón, con toda la fuerza de Nuestra autoridad,
para poner fin lo más pronto posible a esta agitación tan peligrosa para el
Estado (...). Nos, imponemos al gobierno la obligación e ejecutar Nuestra
voluntad inflexible:
1º Conceder a la población la libertad civil, establecida de
una manera inquebrantable sobre la base de la inviolabilidad personal, y las
libertades de conciencia, de reunión y de asociación.
2ª No obstaculizar las elecciones a la Duma Imperial y
admitir la participación en las elecciones de las clases de población que han
sido privadas hasta ahora del derecho de voto.
3º Establecer una regla inquebrantable que cualquier ley no
será efectiva sin la sanción de la Duma Imperial y que los representantes del
pueblo tendrán los medios para participar realmente en el control de la
legalidad de los actos realizados por los miembros de Nuestra administración.”
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